Hoy, Sábado Santo, nuestra tradición centra este día en la figura de María. Vamos a fijar nuestra atención, como cristiano y como maristas en María.
Para ello vamos a recurrir a la Palabra, que nos ilumine y a una imagen, que ha hecho Silvia y que tiene una carga simbólica muy potente. El título de este encuentro es “María, camina con nosotros”.
Ante de empezar recordamos que hay dos grandes términos que nos dan identidad:
- TRADICION, con mayúscula, que conserva el deposito de la fe, aquello que nos hace vivir el camino cristiano como se ha aprendido en 2000 años de historia. Hoy en la Vigilia se cantarán esas letanías que nos recuerdan que somos un pueblo.
- Tradición, con minúscula, que son las costumbres, que son lenguajes buenos pero que son pasajeras y dependen de los que necesitamos.
En torno a María, muchas veces, se confunden estos dos términos. Por eso centramos a María en “Camina con nosotros”.
Algunos detalles de esta imagen:
1.- La misma figura de María, muy distinta a otras imágenes, pero muy evocadora.
- Su vestido blanco que evoca la apertura total, la falta de artificio, la sencillez en nuestro lenguaje espiritual. Abrirse radicalmente a Dios es vivir desde lo que realmente somos, amor de Dios.
- Los pies descalzos. María caminando, María no estática, sino caminando con los pies en la tierra, con los pies desnudos, despojados, difí. El camino de María no es un camino fácil, porque nuestro camino no es un camino fácil. El camino de la vida y ahora somos más conscientes que nunca, es un camino a pie descalzo. Por un lado caminar descalzos nos une a la tierra, pero nos hace sentir todas las irregularidades, cada pequeña piedra, cada charco,… Esto es la vida, caminar a pie descalzo.
- La mirada de María. Una mirada atenta al camino, una mirada que no brota fácilmente porque debe recorrer el camino. A veces la tradición nos muestra a una María siempre triunfante, que lo sabía todo. Esta no es una buena imagen de María. La TRADICION, la sabiduría cristiana, nos animan a ver a una María que debe hacer el camino, desde su apertura radical a Dios, que no le quita un ápice de duda, un ápice de incertidumbre, un ápice de camino.
2.- La Cruz. Venimos de un día de silencio, de duelo y necesitamos tiempo para hacer el duelo. Somos conscientes de que nos espera la resurrección, pero no podemos, olvidar la Cruz. La sabiduría cristiana siempre ha marcado un equilibrio entre la Cruz y la Resurrección, no hay resurrección sin cruz, pero no podemos quedarnos en la cruz, sino apuntar a la resurrección. El Camino. La imagen camina, sin perder la Cruz, hacia una resurrección. Hacia un mundo mucho más de luz, pero aún estamos en esa ambigüedad que la teología recogía como el “ya, pero todavía no”.
3.- María camina con gente. En la tradición con minúscula tenemos la imagen de sola, o con el Niño. Pero la TRADICION cristiana, con mayúscula , nos dice que María camina con nosotros. Cuando el Vaticano II tiene que hablar sobre María duda donde colocarla y la decisión es “María, camina con nosotros”, María en la Iglesia, dentro del misterio de la Iglesia, caminando con la Iglesia. María aparece siempre en los evangelios junto a personas, menos en su relato de vocación, de encuentro con el Señor en el que le da una misión. Pero inmediatamente sale al encuentro de Isabel, a compartir. María camina con nosotros.
4.- El espacio vacío. El espacio de la derecha de la imagen es un espacio vacío. Un espacio por construir, con luces y sombras. Un espacio en el que el desierto no ha acabado, sino que seguimos en camino. Como Iglesia seguimos en camino, “una Iglesia siempre en reforma”, expresión de origen protestante que el Papa Francisco ha hecho suya. En nuestra vida personal seguimos en camino y el mundo está en camino. Estamos llamados a ocupar ese espacio.
Hoy Sábado Santo es día de María, de tomar conciencia de su figura para caminar con ella hacia el Reino.
La Palabra que proponemos para que nos ilumine es la de la comunidad de Juan. Son sólo dos textos, pero enormemente significativos para hoy, Sábado Santo. Estos dos textos aparecen uno al principio del evangelio, las bodas de Cana, y al final del evangelio, al pie de la cruz. Hoy tomamos (Jn 2, 1-11), las bodas de Caná.
María, anawin, personificación de los pobres de Yahvéh, de los que se saben en camino aparece en el inicio del evangelio de Jn.
Para el mundo judío plantear una boda así es representar otra boda que tienen interiorizada, que es evidente para ellos, la que narra el profeta Oseas (Os. 2, 19-22)
Yo te desposaré para siempre,
Te desposaré en la justicia y el derecho,
en el amor y la misericordia;
te desposaré en la fidelidad
y tú conocerás al Señor.
Aquel día yo responderé -oráculo del Señor-
responderé a los cielos
y ellos responderá a la tierra;
y la tierra responderá
al trigo, al vino nuevo y al aceite fresco…
¿Quien es el protagonista de la boda? La boda que están escuchando la comunidad de Juan es la Israel y Dios, la de la humanidad y Dios. “Yo te desposaré para siempre”. Por fin llegará el momento en el que el cielo y la tierra se reconcilien, y la tierra sea por fin un cielo. Eso será el momento del “vino nuevo”.
Esta es la propuesta de las bodas de Caná, pero ese vino que esperábamos está muerto. “No tienen vino”, y es María quien señala esto. Para la comunidad de Jn María es la personificación de los que ven que la realidad no tiene vino. María es la que se siente anawin, la que se siente necesitada, a que sabe que hay 6, número de la imperfección, 6 tinajas de purificaciones vacías. El lugar de la purificación está vacío. Esto no está funcionando. Los anawin, con María, claman a Dios: “esperamos en ti, esperamos la salvación que tú nos prometiste” y esta salvación es la que empieza con María.
A veces tenemos una imagen de Jesús supermán, pero ese no es nuestro Dios. La mesianidad de Jesús, la “hora” de Jesús, la hora del Reino la desencadenan los anawin que claman a Dios. María confía en Dios, inicia el Reino que esperan los que viven incertidumbre, impotencia, los que se saben en el desierto y mantienen la esperanza.
Ser mariano es sentirse parte del pueblo que camina en el desierto y desencadenar el reino y mantener la esperanza. El que en medio del desierto sonríe al de al lado, el que comparte su impotencia, ese es mariano, ese es el que desencadena Reino. Por eso Jn coloca a María también al final del evangelio (Jn. 19, 25-27).
Todo el evangelio de Juan está hilado en torno a María. María, anawin, en el final del evangelio es hilo conductor del Reino, la que lo desencadena y la clave de los que nos comprometemos públicamente a vivir el Reino de la Iglesia, de los que en nuestra fraternidad queremos ser sacramento, signo visible y eficaz del Reino de Dios. Para eso está la Iglesia, para recordar que el Reino está, para ser un signo visible del Reino que se hace visible mucho más allá de los muros de la Iglesia.
María es el eje del evangelio de Juan, ,causa y modelo de la Iglesia. Lo que quiere señalar Jn con María y con el grupo de mujeres al pie de la cruz es que no hay comunidad del “discípulo amado”, sin acoger a María, sin acoger a los pobres de Yahvéh, sin desencadenar el Reino en nuestra esperanza. No hay Iglesia, no hay comunidad si no somos ellos. Estoy llamado/a a ser un pobre de Yahvéh, a descubrirme como soy con toda sencillez y humildad. Somos Iglesia necesitada y con los necesitados y ahí, semilla de esperanza. Estar en el desierto no nos quita la esperanza, nos une a la esperanza. Esta es la idea del Apocalipsis.
Ideas para compartir
1.- María nos hace tomar conciencia de ser el pueblo de la Esperanza en Dios. No hay Iglesia sin ser como María.
- Se siente necesitada de liberación. Sabe la impotencia, la inseguridad, la incertidumbre.
- Y no sólo ella. Es y se sabe parte del pueblo que espera Libertad y Plenitud. María aparece siempre “junto a..” y cuando recibe la misión, cuando descubre su VOCACIÓN sale al encuentro de Isabel y juntas cantan el magníficat.
- Estamos en camino, en el desierto, pero sabemos que Dios habita en el desierto.
Estamos llamados a ser símbolos de Esperanza en Dios
2.- María camina con nosotros. No hay Iglesia sin ser como María, sin acoger a los que son como María, a los necesitados, a los excluidos, sin acogernos mutuamente y sin acoger a un corazón que acoja a todos. Ahí está la idea de “Comunión de los Santos”. La experiencia de profunda unidad en Dios trasciende, incluso, la red visible que montamos y nos hace estar en comunión con todos. Somos comunión de los santos:
- Unidos, con María, en una comunión más honda de lo que percibimos habitualmente.
- Tú me has hecho… estar contigo, compartir contigo me ha cambiado… soy en ti
- Aunque estamos lejos… nunca estamos solos en Dios. Por eso rezamos a María y con María. No es la magia, es comunión. María nos construye como Iglesia y nos invita a acoger al otro. Somos comunión y de ahí nace la ESPERANZA.
3.- Vivimos juntos la cruz. María no está sola al pie de la cruz. El legado de Jesús es el legado de la comunidad de Jn, el poder seguir a Jesús es acoger a María, vivir juntos. Vivimos juntos la Cruz, como María, con María porque sólo así podremos ver al crucificado vivo y vivo para siempre.
Frente a determinado individualismo cristiano reconocemos, al ser marianos, que somos comunidad. Nada nos puede separar el amor de Dios, nada nos puede separar de la comunidad. Desde la esperanza, la esperanza cristiana nos compromete la vida a permanecer juntos y fieles en el camino del desierto, incluso ante la cruz.
4.- Por eso nuestra Esperanza es una ESPERANZA ACTIVA. No es sólo contemplar la Cruz. Para nosotros contemplar la Cruz es caminar. María sale al encuentro de Isabel, construye Iglesia en Pentecostés, está con el grupo, está creando Iglesia para recibir la llamada del Espíritu y salir a crear el Reino. María hace que el sueño de Israel se cumpla. Su vida hace verdad el Reino.
Somos marianos porque María, como anawin, en su esperanza activa desencadena el Reino. Jesús inicia por los anawin. Dios se pone en camino. Dios con con nosotros se pone en camino por la esperanza activa del Pueblo.
Para poder ver el vídeo de este encuentro pincha AQUÍ