Hoy es Viernes Santo, es un día especial. El lema elegido para hoy «La Cruz que teje» siguiendo la metáfora que hemos elegido de «las redes».
En este momento único que nos toca vivir queremos convertirnos nosotros en la RED de Jesús porque lo que está en juego hoy es “Quien es nuestro Dios”.
Elementos que resaltamos de la imagen
- La Cruz. Es interesante preguntarnos por qué la Cruz, la Cruz como símbolo y entrar en la palabra símbolo ¿Qué es un símbolo? ¿Por qué un símbolo? ¿Por qué llevamos cruces? ¿Qué simboliza la cruz?
- El Corazón es otro elemento potente. El corazón del que brota la sangre. En la imagen bíblica la sangre es la vida. Cuando Jesús derrama sangre, el evangelio tiene claro que es un símbolo de la vida que se comparte. Esa vida que se comparte teje redes con un montón de cruces porque en nuestro sufrimiento nunca estamos solos. Algunos autores dicen que el dolor que no puede salir es lo que envenena el alma. Nuestra experiencia es que la cruz que vivimos, hoy muy potentes, está tejida en una cruz más grande.
- Ciudad, como la nueva Jerusalén que se intuye en el fondo. Una nueva Jerusalén, a la que esperamos llegar y por otro lado la Jerusalén terrestre, la de aquí, la que está sufriendo como nunca hemos visto.
Todo esto con un color que la tradición cristiana vincula al día de hoy.
Escuchamos la Palabra Mc 15, 15-41 y hacemos algunos subrayados.
Hemos escogido el primer relato que conocemos de la Pasión, quizás el más escueto y el más duro porque hoy es, probablemente, un día más de preguntas que de respuestas.
La primera pregunta que nos puede ayudar es ¿Por qué la Cruz? ¿Por qué es nuestro símbolo? ¿Por qué crucifican a Jesús? De echo sabemos que lo lógico era lapidarle. Esteban el primer mártir muere lapidado por los celosos de la Ley por blasfemar contra el Tempo, que es la misma acusación que le hacen a Jesús. Los que blasfeman contra el Templo blasfeman contra el mismo Dios porque el Templo es el lugar donde habita Dios y a esos les lapidaban par no tocar al impuro. La otra forma de muerte, Santiago el de Cebedeo, es muerto a espada por el rey Herodes, probablemente decapitado. Jesús no muere de ninguna de estas dos maneras ¿Por qué? Quizás en la muerte de Santiago, el hermano del Señor, el líder de la comunidad de Jerusalén encontramos alguna de las claves de por qué la cruz para Jesús y qué fuerza puede tener ese tipo de muerte.
Quizás la clave es porque el Sumo Sacerdote no quiere dar la cara. El problema no es la persona física de Jesús, porque puede ser considerado profeta. Hay que matarlo de otra forma, por eso la conjura del Sumo Sacerdote incide en que muera a manos de Roma porque:
- El Sumo Sacerdote se aparta de la primera fila, lo deja en manos de Roma, con lo que se genera la sospecha, «algo habrá hecho» porque los romanos no entran en las discusiones sobre el Templo. Si la muerte la provocan los romanos no es una cuestión religiosa. Jesús muere como un delincuente común, un delincuente político por lo que el texto resalta que a su lado hay 2 ladrones. A Jesús se le despoja de su prestigio, de su fama, de lo que él es, de ahí el cambio de acusación de «ha blasfemado contra el Templo» a «se declara Rey de los Judíos». Y como sublevado político le coronan de espinas.
- Morir en la cruz es morir en público para dar ejemplo y un ejemplo espantoso porque, como ya sabemos, los romanos inventaron la crucifixión para causar horror, horror físico. Por eso no es de extrañar la dispersión, la huida de todos. Jesús tiene que morir porque se tiene que romper la unidad, «la red» tejida por Jesús. Cuando Jesús muere en la cruz muere radicalmente impuro. No basta con romper la relación de la comunidad, hay que romper la relación con Dios. Jesús a manos de extranjeros, con lo cual muere impuro, desnudo, con lo cual muere impuro, sangrando, con lo cual muere impuro… Si Jesús muere impuro, Jesús no es de Dios. Al Sumo Sacerdote no le basta con matar a Jesús, tiene que deslegitimarle, tiene que despojarle hasta de los más profundo de su ser. La cuestión es acabar con lo que Jesús representa y con lo que Él en verdad ES en lo profundo, el Reino de Dios. Tiene que destejer toda la RED que ha generado Jesús, toda la RED del Reino. Por eso tiene que tirar del hilo hasta que desaparezca esa RED.
¿Por qué acabar con el Reino? ¿Por qué ese odio del Sumo Sacerdote?
Cuando le acusan de destruir el Templo y construirlo en 3 días, lo que Jesús está diciendo es que el Templo no es el Templo de Dios, no es el Templo de la Plenitud, porque el Templo excluye, no teje redes, y si no nos une en lo profundo no es el Dios de Jesús.
Dios, ¿es el DIOS de la inclusión o el dios de la exclusión? Dios, ¿es el Dios que ve a la viuda que echa el óbolo o el dios que mira los grandes sacrificios de animales? ¿Es el dios atento al artificio, al que llama la atención o el Dios que ve a los pequeños? Según sea tu Dios, así son tus ojos para ver el mundo. Por eso la pregunta ¿qué ojos te da tu Dios? ¿Con qué ojos estás mirando el mundo? ¿Ves a la viuda o a los que se dan golpes de pecho y emplean el dinero en grandes sacrificios?
Lo que hay detrás es una auténtica lucha por la imagen de Dios: o Dios es el Dios del Reino y todos están incluidos o Dios es un ídolo. ¿Cuál es tu Dios?
El dios del Sumo Sacerdote tiene que acabar con el Reino porque es un dios celoso, porque es un dios que quiere la exclusión, mantener la ruptura por cuestión de género, por cuestión de dinero, por cuestión de raza….
Por eso Marcos sólo tiene una de las 7 palabras, aunque sabemos que históricamente Jesús no puede decir nada. Las 7 Palabras son la teología de la cruz, cómo la comunidad sabe cómo hay que leer la cruz, coloca las Palabas para que ante el horror de la cruz no nos dispersemos y entendamos qué es lo que está pasando.
Marcos elige una de una gran potencia: «Elohi, Elohi, lema sabactani”, “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?” que es el inicio del salmo, 22 y nos está dando la clave de entender qué es la cruz.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Lejos de mi salvación la voz de mis rugidos.
Dios mío de día clamo y no respondes,
también de noche no hay silencio para mí
Más tú eres el Santo que moras en las laudes de Israel.
En ti esperaron nuestros padres, esperaron y tú los liberaste.
A ti clamaron y salieron salvos, en ti esperaron y nunca quedaron confundidos.
Y yo, gusano, que no hombre, vergüenza del vulgo, asco del pueblo,
todos los que me ven de mí se mofan, tuercen los labios, menean la cabeza,
“él se confió a Yahveh, pues que él le libre, que le salve puesto que el ama”.
Todo el relato de la cruz está tomado de este Salmo 22, está diciendo “esto se cumple hoy”. La Cruz que tenemos delante es el intento de despojar a Jesús hasta de su misión, quitarle hasta de Dios. Sin entender esto no podremos entender la Resurrección. Todos los que hacen teología desde los despojados, desde los que han sido masacrados y que sigue masacrando el ídolo nos recuerdan constantemente que no hay Resurrección sin cruz. Despojado hasta de Dios, desde la terrible sensación de impotencia surge la pregunta: ¿Merece la pena el Reino? ¿Es posible mantener la esperanza en medio de algo que se nos hace tan radicalmente largo? ¿Quién mantiene la esperanza? Esta experiencia es nuestra herencia, es parte de nuestra identidad aunque a veces la hayamos olvidado.
La respuesta a la Cruz puede que no sea más que otra pregunta, ¿Por qué se queda Jesús en Jerusalén? ¿Por qué no vuelve a Galilea y reorganiza allí a su gente? Pero la pregunta así igual no está bien hecha y la pregunta es ¿Por quién se queda? ¿Por quien se queda Monseñor Romero, los mártires de Bugobe? y la respuesta es «porque Dios ABBA no se puede ir». Esto no tiene ninguna lógica humana, pero este es nuestro Dios y nada nos puede separar de Dios.
La cruz así para los cristianos se nos convierte en símbolo. Símbolo viene del griego Symbolon, lo que unía. Por eso la Cruz para nosotros es un símbolo porque nos reconcilia definitivamente, desvela el verdadero rostro de Dios y denuncia el rostro del ídolo. Todo lo que nos reconcilia, lo que nos mantiene unidos es de Dios, porque el Reino es la reconciliación definitiva. Nada nos separará del amor radical de Dios. Junto a ese símbolo que nos mantiene unidos en el más profundamente dolor se denuncia a lo contrario al símbolo, a lo que separa, y que en griego es dyabolon, lo que margina, lo que separa, lo que rompe, lo que excluye. La cruz lo denuncia con total claridad: si mata no es de Dios, si excluye no es de Dios, si rompe no es de Dios.
Este es nuestro Dios, esto es lo que nos une, incluso en la impotencia compartida. No estás jamás solo. Estás profundamente unido, en esa red indestructible. Por eso la cruz es nuestro símbolo porque nos recuerda ese despojarse radical
Cuatro ideas para acabar
- La pregunta clave: ¿Quién es tu Dios? ¿Dónde pongo mi vida? ¿Quién es un ídolo? ¿Dónde está tu Dios? Lo sabemos mirando quién produce vida y quién muerte
- ¿Quieres se quedaron? ¿Quienes vieron en esa cruz el signo de Dios? Se quedó un grupo: las mujeres, los anawin, los que han vivido el Reino, los que comprendieron que sentirse necesitado es estar en Dios. Los que toman conciencia de que «vivir la cruz es tomar conciencia de ser anawin.
- Vivir como Dios es salir hacia los otros. La incertidumbre no nos separa de Dios, nos coloca profundamente en el regazo de Dios porque Él nos comprende y de ese despojarse es donde sale lo mejor de nosotros mismos.
Pautas que pueden acompañar el día
- Invitación a contempla la cruz en Dios, en el verdadero Dios: tus cruces y las crueces del mundo.
- Elige una cruz, de las de casa y dejarla donde puede ser un símbolo para ti hoy
- Contempla en silencio, en paz si puedes y, sino con, con dolor. Dios conoce tu dolor y nosotros estamos contigo en el dolor compartido.
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