Actualmente hablar de espiritualidad puede parecer un reto. La pluralidad propia de nuestro tiempo otorga a esta palabra muchos significados y propicia un ambiente en el que Dios no se da por hecho. Martin Buber, filósofo humanista del siglo XX, hablaba del “eclipse de Dios”, que explicaba como la ausencia de una relación con Él. Según Buber, la dificultad para relacionarnos con Dios “es la enfermedad espiritual básica de nuestro tiempo”.
Los cristianos creemos en el Dios amoroso de Jesús, que nos enseñó a relacionarnos con Él llamándole Padre. Encontramos a Dios en cuanto nos rodea y acontece, amándonos y llamándonos a situarnos ante la realidad de un modo concreto. Y esto es la espiritualidad para los cristianos: que el Espíritu, el aliento del Dios de Jesús, está realmente presente en nuestra vida. Esa presencia nos sostiene, anima y orienta. Vivimos conscientemente en Dios, lo encontramos en la vida, nos relacionamos con Él, le escuchamos y le respondemos.
En nuestra sociedad plural las propuestas de sentido se multiplican y el cristianismo aparece como una más entre muchas posibilidades. En un mundo con tantas “orientaciones” que no es raro terminar desorientándose, la espiritualidad cristiana es un camino de plenitud para el ser humano que merece la pena seguir proponiendo.
Vivimos en un mundo apresurado y exigente en el que a menudo nos relacionamos de forma superficial y fragmentada, en el que experiencias y acontecimientos se suceden sin dejar apenas huella. En este contexto, los cristianos sentimos que necesitamos parar, hacer silencio, hacernos conscientes y vivir desde la raíz.
Escuela de espiritualidad marista: razón de ser y propuestas concretas
La tradición espiritual marista puede dar respuesta a muchos de los signos de nuestro tiempo. Los rasgos de nuestro carisma no sólo siguen siendo válidos, sino que resultan enormemente esclarecedores ante muchas de las llamadas actuales.
Por otro lado, en un marco de comunión de vocaciones, la presencia del laico junto al hermano suscita nuevas necesidades y oportunidades. Así, cuando hablamos de cuidar la espiritualidad marista, encontramos que los hermanos cuentan con itinerarios y procesos probados durante muchos años. Los laicos, en cambio, encuentran más dificultades para articular aspectos como el acompañamiento, la formación o la vida comunitaria con un estilo de vida más cambiante.
La Escuela de espiritualidad de la provincia Ibérica nace en septiembre de 2014 con el objetivo de dar respuesta a esta inquietud. En un contexto en el que surgen nuevos modos de ser maristas, queremos acompañar esa vida. Queremos cuidar a las personas y ayudarlas a vivir desde Dios en un mundo complejo, a caminar como cristianos al estilo marista.
Además de colaborar con los equipos y comisiones de la provincia Ibérica en las necesidades de formación y acompañamiento que nos han ido planteando, la Escuela ofrece dos propuestas concretas.
Camino de espiritualidad
Es una propuesta individual para personas adultas que quieren ser conscientes de su relación con Dios en lo cotidiano. Es un itinerario personal que recorre las experiencias básicas de un cristiano marista, con materiales de apoyo y pautas para la reflexión y la oración. Un acompañante sirve de espejo y contraste a lo largo del camino. Actualmente cerca de cuarenta personas en la provincia están recorriendo el Camino de espiritualidad.
Retiros de espiritualidad
A través de relatos de la tradición marista, la Escuela ofrece retiros para grupos y comunidades para trabajar cuestiones como vivir en la presencia de Dios, el discernimiento y toma de decisiones, la fidelidad a la vocación y el compromiso con la realidad.
A estas propuestas se irán sumando otras en las que trabajamos ilusionados. Vivimos esta labor como un servicio: acompañar, cuidar a las personas, da sentido a nuestro trabajo. En el bicentenario de la fundación del Instituto, sentimos que nuestro carisma está vivo y es significativo en un mundo que nos interpela con nuevas llamadas y necesidades. Queremos responder a ellas con valentía y audacia, con la confianza en Dios que hace doscientos años llevó a Marcelino a perseverar en el proyecto del que hoy somos continuadores.
Ángel Fernández Lázaro
coordinador de la Escuela de espiritualidad de la provincia Ibérica
Este artículo se publicó en la revista Maristas siglo XXI (13, pp. 26-27).