Hoy, Domingo de Resurrección, queremos seguir «viviendo enredados», nuestro lema de este año.
Algunas ideas de la imagen elaborada para hoy por Silvia Martínez Cano.
- El Señor está con nosotros. Hemos recibido el testimonio de que hay un encuentro con Él, con el Resucitado. Este testimonio lo hemos recibido a través de sus testigos, las que en el día de ayer esperaron contra toda esperanza.
- Nos reconocemos en esa resurrección. Nos reconocemos en el Resucitado, nos reconocemos en su RED.
- La propia RED. Esa red que nos sostiene, es sostenida por Jesús. Sin ese sostenimiento de su presencia, de su fuerza, de su Vida plenificada no es posible la RED.
- Al fondo vemos de nuevo la Ciudad. La ciudad como símbolo de la comunidad en salida, de la red que nunca se termina de tejer, que siempre está en crecimiento hacia afuera. La Resurrección nos envía hacia la ciudad, hacia otras personas que puede quedar también enredadas en esta RED.
La Palabra
El primer testimonio que tenemos de la Resurrección nos llega de mano de las mujeres, las que quedaron al pie de la Cruz y pasado el sábado se acercan de madrugada, dice el texto, al sepulcro Mc 16, 1-10.
De Marcos vamos al texto que hoy es nuestro eje, la narración de la tercera aparición en el epílogo de su evangelio Jn 21, 1-14.
- 7 discípulos juntos, en la tarea cotidiana. Hay una relación entre Jesús y ellos, aunque todavía no le han visto. Es el discípulo amado el que cree, el que dice “es el Señor”, el que se pone el vestido, el que se prepara y se lanza al mar para encontrarse con Jesús. Jesús provoca el encuentro de nuevo y es la mirada, la mirada del discípulo amado, la mirada de cualquiera de nosotros porque es la mirada de la fe, la que a encontrarse con el Resucitado.
- “Nada mas saltar a tierra”. Nada más saltar en dirección a Jesús se encuentran el signo de Jesús: el fuego, las brasas y la invitación a comer con él. Está presente signo de la última cena, el signo de Jesús que el ha repetido constantemente y que a ser el signo del Resucitado también.
- No se rompió la red. Más allá del dato anecdótico del número, 153, destacamos que en una red pequeña hay muchos peces grandes y no se rompió la red. En Jesús no se rompe la red. Nos invita a comer y se mantiene ese signo sin romperse. Toma el pan y en la comida en ese tomar y dar nos encontramos con el Resucitado.
- Es la tercera vez que Jesús se encuentra con sus discípulos. 3 número de la plenitud y que nos indica que Jesús está plena, total y absolutamente con nosotros.
Este texto enlaza con otros que nos encontramos en otros evangelistas en esta estructura que encontramos en el texto de Juan. Solo es posible encontrarse con el Resucitado, recordando estos matices del texto, si estamos dispuestos a mirar de otra manera:
- Sólo quien confía, quien mantiene la esperanza contra toda esperanza puede encontrarse con él. Son las anawin, las mujeres, las que han mantenido esta esperanza. Igual que el discípulo amado que dice “es el Señor”, esa proclamación central en este texto que va a abrir nuestra mirada.
- El que se reconoce en el compartir, que es el signo. Nos reconocemos en ese partir y repartir que es el signo y sigue siendo el signo de los cristianos
- El que confía que la red de Dios no se rompe. Nuestra mirada, cuando se abre, confía en que la RED de Dios no se rompe, que la red que estamos tejiendo afianza nuestras vidas y ayuda a otras personas a afianzarse.
- El que se decide por el Resucitado. Imagen del camino enlazado con otro texto de resurrección que encontramos en Lucas
Texto de Emaús. Lc 24 (13-34)
La mirada, todavía retenida de los discípulos porque el testimonio de las mujeres no ha sido creído, debe ser abierta. Y esa mirada se les abre al compartir el signo. Ese compartir el signo es lo que les hace “volver a Jerusalén” para proclamar que el Señor ha resucitado.
La mirada que se ha abierto y se ha encontrado con el resucitado se decide por una vida nueva y por una historia. Nos es desvelado el amor de Dios, la fuerza y el poder de Dios a través del signo y somos enviados a proclamar que ha resucitado.
¡Ha resucitado! nos dice en un texto de Pablo a los Colosenses (3, 1-4) “Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, conde Cristo está sentado a la derecha de Dios, aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vuestra vida, entonces también vosotros apareceréis gloriosos”.
Eso es vivir la vida nueva. Vivir la vida nueva en una historia nueva, es lo que provoca la salvación. “Aspirar a los bienes de arriba” no es estar separados de la vida cotidiana. Se trata de proclamar que la Resurrección ya está aquí, que la salvación que nos trae el Cristo Resucitado está presente aquí y esto es una fiesta porque actúa en nuestra historia, porque podemos sanar nuestra vida rota y la vida de otros que viven en situaciones de dificultad. Y eso no por nuestras fuerzas, sino por la fuerza del Resucitado.
Esta expresión, “aspirar a los bienes de arriba” nos indica que podemos pasar de la muerte a la vida, en lo pequeño, que es lo cotidiano; en la rutina diaria; en lo asumido sin darnos cuenta; en lo que nos parece obvio… Con la resurrección tenemos la certeza de que puede ser reparado.
“Aspirar a los bienes de arriba” nos dice que el mundo necesita de nosotros, que yo y la gente que comparte mi fe es espacio de salvación porque “resucitamos con”. La idea que hay detrás es que por el bautismo quedamos incorporados a la resurrección de Jesús, que lo que hace es aumentar el espacio de salvación. Con mi testimonio y con mi vivir resucitado aumento el espacio de salvación.
¿Cómo lo hago? ¿Cómo puedo ser espacio de salvación?
Lo hago con conciencia de ello, creyéndomelo. Si no me lo creo, si no abro mi mirada para encontrarme con el Resucitado es muy difícil poder ser “espacio de salvación” Pero no sólo con mi consciencia también con las acciones y las palabras que rigen mi vida, que hacen que mi vida sea una praxis resucitada. La red se conforma de estos espacios de salvación.
La salvación es comunitaria. Yo no estoy viva, resucitada, si no me reconozco en el signo de Jesús. El signo que es el compartir, el sentarnos a la mesa, el mirarnos a los ojos, el aceptar al otro, el aceptar su diferencia…. sólo es posible cuando salgo en comunidad al mundo. Cuando mi comunidad se sitúa en relación con el mundo y comparte su misión para aparecer, cómo dice Pablo, “gloriosos, juntamente con él» (Col. 3,3,). La gloria no es ser perfectos sino mostrarnos vivos, siendo espacios de salvación. Signo, comunidad y misión están profundamente unidos a través de la Resurrección. Ese espacio de salvación se agranda al compartirlo y se muestra cada vez más extenso y fructífero.
Resucitar es creer en el Dios de la vida. Como las mujeres ante el sepulcro, ante lo inesperado quedamos asombrados y nos quedamos sin voz. Pero eso nos impulsa a salir, ya no podemos callar, nos sentimos impulsados a proclamar que la vida a rebrotado, que su voz se ha vuelto a levantar, que el silencio se convierte en palabra amorosa, palabra de vida.
La resurrección es una insurrección, (rebelión, alzamiento). El pueblo de Dios, que somos los bautizados, nos levantamos, nos revelamos contra el mal del mundo. La Resurrección de Jesucristo provoca una subversión de la realidad, una nueva narración de la realidad. Una búsqueda de vivir una vida “vivible” (término que utilizan algunas teólogas feministas hispanas que utilizan en contextos de mucha precariedad social). ¿Qué es vivir de forma vivible? La Resurrección nos hace pensar cómo podemos vivir esa vida vivible. Vivir resucitados/as es vivir las primicias de un mundo donde la muerte (el daño, el sufrimiento, la violencia, el abuso… ) no tienen la última palabra.
Participamos de esa insurrección que inicia Jesús contra el mal del mundo.
La gloria de Dios, que se muestra en Jesús, nos hace poderosos y nos hace vivir esa insurrección desde la provocación.¿Qué capacidad tenemos de ser provocadores? Jesús provocó a lo largo de toda su vida y provoca a través de su Pasión, Muerte y Resurrección. ¿Cuál es nuestro acto subversivo en nuestra vida cotidiana? Deberíamos preguntarnos hoy.
- Viviendo desde los amoroso y gratuito ¿Está presente lo amoroso y lo gratuito que es puramente subversivo en este mundo donde todo se puede comprar?
- Caminar más allá de las fronteras. Siendo capaces desde esta subversión de romper las fronteras de la injusticia, de todo aquello que está generando mal.
Resucitar consiste en que el ser humano viva.
¿Cómo resucitar hoy, en este momento histórico?
Proféticamente, en su doble dimensión de denuncia y anuncio.
- Denunciar las injusticias, todo aquello que no permite una vida vivible para nosotros y para los otros y otras.
- Anunciando una alternativa equitativa: Anunciamos con la Resurrección, con nuestras vidas resucitadas una vivencia de máximos y no de mínimos, donde cada uno recibe lo que necesita.
Escatológicamente
- Ser conscientes de que el mal del mundo no nos consume. La debilidad de lo histórico, de lo estructural no es lo definitiva, ni nos ata a este mundo porque no nos obliga a asumir que el mundo “tiene que ser así”. Podemos decidir que el mundo no tiene que ser de esa manera, que el Resucitado nos potencia y plenifica lo que somos y podemos existir de otra manera, podemos cambiar esa realidad dando luz que es belleza para el mundo ¿Cómo generar esa belleza, esa luz?
- Nuestra esperanza está puesta en Dios porque es el único que nos hace “eternos”, dicen los santos padres, es el único que nos hace “bellos”.
- Eso es resucitar gloriosos. Vivir resucitados es vivir nuestra vida cotidiana, resucitada desde unas claves de: Belleza, Justicia-equidad y Esperanza.
En el encuentro enredado, en el espacio “reconstrudio” (sanado), en la red reconstruida y retejida podemos construir red también allí donde no hay red:
- Desde la aceptación de lo contradictorio
- En la asunción de un estilo de vida provocador, porque belleza es provocadora, porque la equidad es provocadora y genera preguntas, porque la esperanza siempre provoca asombro.
- En la “conversión” constante para siempre estar revisando dónde estamos tejiendo, de qué manera tejemos y hacia qué direcciones tejemos.
Ojalá nos creamos que de verdad ha resucitado y se pueda decir de nosotros, “este/a cree en la Resurrección porque con su vida está provocando un acto subversivo, una insurrección del amor.
Algunas ideas para compartir.
- Encontrarse con Jesús Resucitado depende de nuestra mirada, capaz de abrirse a su infinito amor.
- La resurrección se muestra en la red que no se rompe, pues es Cristo quien nos sostiene.
- La resurrección nos pone en camino hacia una vida nueva. Lo hace YA, AHORA. No hay que esperar a estar preparado, nos prepapramos sobre la marcha. Ahora es la fiesta, es el momento de su gloria.
- Vivir resucitados es vivir la insurrección del Amor que no se conforma con lo que tenemos. Debemos traspasar fronteras. La Resurrección de Jesús nos dice: traspasa tus fronteras, provoca encuentros, sana relaciones, teje nuevos hilos…
- Vivimos resucitados profética y escatológicamente para que la belleza, la Justicia y la esperanza sean los máximos de los cotidianos.
¡Feliz Pascua de Resurrección!
Pincha AQUÍ para ver o descargar el video