El documento completo sobre las Comunidades Cristianas Maristas de Referencia se puede consultar aquí.
En la misión educativa y pastoral de nuestras obras educativas hay muchas personas implicadas: hermanos, profesores, familias, animadores de los Grupos Marcha, catequistas, voluntarios en el campo de lo social, entrenadores deportivos, etc. Las hemos imaginado muchas veces formando un gran ámbito en el que todos participamos como miembros de la gran comunidad educativa, con nuestro protagonismo en un proyecto que hemos elaborado juntos y del que nos sentimos corresponsables.
Algunas personas de esta comunidad educativa tienen clara su identidad cristiana. Ellos, además de aportar su labor profesional, aportan su fe y su convicción de participar en una misión evangelizadora. Se sienten enviados a evangelizar, llamados a compartir con otros cristianos esa misión para darle el sentido y la fuerza de la comunidad, y unidos a las demás personas del centro refuerzan los valores propios del anuncio de Jesús.
Además, algunas personas de la comunidad educativa nos reconocemos como maristas, hermanos y laicos que asumimos la misión de testimoniar nuestro ser y nuestra vocación. Creemos que con nuestra vida revelamos la gran tradición marista de la obra (en algunos casos centenaria) y que la transmitimos hacia el futuro, convencidos de su actualidad. De este grupo de personas que se sienten partícipes del carisma marista se nutre la comunidad cristiana marista de referencia.
Cuando hemos calificado de maristas a hermanos y a laicos de nuestras obras, estamos haciendo referencia a lo que hoy entendemos por tales en nuestro Instituto. Los rasgos y la identidad de los hermanos maristas vienen descritos en las Constituciones.
«El amor derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo nos hace compartir el carisma de Marcelino Champagnat e impulsa todas nuestras energías hacia este único fin: seguir a Cristo, como María, en su vida de amor al Padre y a los hombres. Intentamos alcanzar este ideal en comunidad. Nos comprometemos por voto a vivir los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia. Este compromiso nos convierte en testigos y servidores del Reino de Dios. Nuestro carácter de hermano es una llamada específica a vivir la fraternidad de Cristo con todos, en especial con los jóvenes, amándolos desinteresadamente. Las constituciones, aprobadas por la Santa Sede, nos guían en la vivencia de nuestra consagración y en la realización de las intenciones del fundador». (Const. 3)
Por lo que respecta a los laicos maristas hemos de atender a las precisiones que establece el documento «En torno a la misma mesa».
«Los laicos maristas somos cristianos y cristianas que hemos escuchado en nuestra vida la llamada de Dios a vivir el carisma de Champagnat y, desde el estado de vida laical, respondemos a ella. La iniciativa de nuestra vocación viene de Dios. Él nos llama y quiere nuestra plenitud, por eso nos invita a cada uno a recorrer un camino único. Es una llamada personal a una forma específica de ser discípulos de Jesús». (EMM nº 12 y 13).
El mismo documento hace referencia a la necesidad del reconocimiento y la vinculación del laico marista al Instituto marista. En nuestra provincia Ibérica se ha diseñando un proceso de vinculación de los laicos al carisma marista de próxima aplicación. Ambos elementos, vocación y vinculación, son esenciales en quien quiera definirse como laico marista. El hecho de que exista un grupo de maristas (hermanos y laicos) reconocidos como tales en el seno de una obra educativa, no es suficiente para poder hablar de comunidad de referencia, aunque es esencial para que puedan darse.
El reconocimiento de dicha comunidad será responsabilidad del hermano provincial y su consejo.
Una comunidad cristiana marista de referencia está formada por un grupo de maristas (hermanos y laicos) que se constituyen como comunidad reconocida cuya misión es hacer presente el carisma de Champagnat en la obra educativa.