Durante los días 14 al 16 de febrero ha tenido lugar en la Casa de Campo de Madrid el Congreso de Laicos “Pueblo de Dios en Salida”, organizado por la Conferencia Episcopal. 2000 personas, laicas y laicos, religiosas y religiosos, sacerdotes y obispos de todas las diócesis de España, unos como representantes de sus parroquias y diócesis, otros como representantes de sus movimientos e instituciones religiosas, nos dimos cita para seguir profundizando en las líneas señaladas por la comisión preparatoria después de ver las conclusiones de las fases locales. Nosotros participamos como Comisión de vida marista y compartimos este encuentro con nuestros hermanos de Mediterránea.
Cuatro fueron los itinerarios propuestos, no sólo para el trabajo del Congreso, sino, como se nos insistió en repetidas ocasiones, “como líneas prioritarias en las que deberíamos seguir profundizando en nuestras comunidades a lo largo del proceso que este Congreso pretende impulsar y dinamizar”:
- Primer anuncio. La reintroducción del primer anuncio en la pastoral ordinaria de la Iglesia católica. Redescubrimientos y conversiones.
- Acompañamiento. Vivir en modo acompañamiento.
- Procesos formativos. La formación de los laicos para ser Iglesia en salida.
- Presencia pública. Profetas 3.0. Sanar personas, cuidar vínculos, tender puente.
El trabajo en cada una de estas líneas consistía en una breve ponencia inicial que ayudaba a situar el itinerario y 10 talleres o experiencias que mostraban distintas caras de éste. Cada uno de los participantes habíamos elegido previamente dos itinerarios en los que participar y dos talleres de cada uno de esos itinerarios. Todo esto estaba ya señalado en nuestras acreditaciones.
El congreso comenzó con un mensaje del Papa Francisco, que entre otras muchas cosas nos recordaba que “No somos una agrupación más, ni una ONG, sino la familia de Dios convocada en torno a un mismo Señor…… Y este Pueblo de Dios en salida vive en una historia concreta, que nadie ha elegido, sino que le viene dada, como una página en blanco donde escribir. Está llamado a dejar atrás sus comodidades y dar el paso hacia el otro, intentando dar razón de la esperanza, no con respuestas prefabricadas, sino encarnadas y contextualizadas para hacer comprensible y asequible la Verdad que como cristianos nos mueve y nos hace felices”. Desde ahí nos invitaba, “…no tengan miedo de patear las calles, de entrar en cada rincón de la sociedad, de llegar hasta los límites de la ciudad, de tocar las heridas de nuestra gente… esta es la Iglesia de Dios, que se arremanga para salir al encuentro del otro, sin juzgarlo, sin condenarlo, sino tendiéndole la mano, para sostenerlo, animarlo o, simplemente para acompañarlo en su vida”.
Se nos recordaba también al inicio de este Congreso las palabras que tantas veces hemos escuchado del Papa Francisco “no estamos en una época de cambios sino en un cambio de época” y que nosotros hemos ido profundizando en todos nuestros encuentros formativos.
Como provincia Ibérica hicimos dos aportaciones en estos talleres. En el itinerario de Acompañamiento presentamos nuestra experiencia de acompañamiento, dentro de la Pastoral vocacional, a los alumnos/as de Bachillerato y en el itinerario de Procesos formativos, presentamos el tema de formación en las familias carismáticas.
Dos experiencias en las que llevamos mucho tiempo trabajando y que por lo tanto tenemos muy asumidas y puede que ya no valoremos suficientemente. Los ecos que recibimos por parte de las personas que participaron en estos talleres eran de agradecimiento por compartir la experiencia y abrirles nuevas posibilidades de reflexión en sus distintos ámbitos y de reconocimiento por el esfuerzo humano y económico de nuestra provincia.
En la ponencia final se nos recordaba que «los laicos somos una parte fundamental del Pueblo de Dios» y por eso «somos discípulos misioneros con la mirada puesta en Jesús, conscientes de nuestra propia vocación, con una vida entregada a los demás» en un contexto secular y pluralista. Este Congreso ha pretendido sembrar «las semillas necesarias para renovarnos y dinamiza el laicado en España». En el Instrumentum Laboris propuesto como marco de referencia en este camino hacia la sinodalidad se proponía:
- Encontrar cauces de crecimiento personal y comunitario. Se invita a una conversión personal, comunitaria, pastoral y misionera.
- Impulsar la corresponsabilidad en el seno de la Iglesia. Se recuerda que «los laicos «hemos de ser actores de la vida eclesial y no simplemente destinatarios» (IL 75)
- Asumir un mayor compromiso con el mundo. Se hace especial hincapié en el compromiso público, la familia y el cuidado de la casa común.
- Ofrecer una renovada formación. En concreto se habla de la formación vocacional, motivacional y misionera.
Nuestra impresión general al concluir el Congreso tanto estas líneas que se proponían en el Instrumentun Laboris como los itinerarios propuestos para el trabajo son también nuestros retos y líneas de trabajo continuo. Quizás nosotros hacemos más hincapié en tres de ellos: el primer anuncio o primera evangelización que debemos ir realizando en nuestros centros; el acompañamiento a las personas y realidades de nuestras obras, sobre el que debemos seguir profundizando y la formación, un elemento que cada vez percibimos cómo más urgente y necesario para todos nosotros.
Sabemos que debemos seguir caminando y profundizando en ellos como familia carismática, desde ahí podremos ofrecemos nuestra “semilla de sinodalidad y Reino” a la Iglesia.