El pasado fin de semana (2-3 de febrero) el Equipo de laicado y la Comisión de vida marista, organizaron una formación para hermanos y laicos en la Casa provincial de Lardero, que pretendía conmemorar el décimo aniversario de la publicación del documento En torno a la misma mesa. El encuentro contó también con la participación y animación del hermano Luis Carlos Gutiérrez, el actual Vicario general del Instituto.
El sábado comenzó con un breve recorrido histórico sobre la elaboración del documento y toda la vida laical que ha generado a lo largo del Instituto durante estos años. De hecho, nuestra provincia estuvo presente en la preparación del mismo en la persona de Chema Pérez-Soba. El resto de la mañana se dedicó a explorar la realidad del cambio religioso que estamos viviendo en estos momentos. Y es que se está produciendo un cambio de paradigma, quizá se podría hablar de cierto malestar religioso, que nos está afectando y nos lanza retos constantes. Una de las preguntas que se repitieron fue ¿qué papel podemos jugar en este contexto? Tras el análisis de datos y opiniones, parece evidente que necesitamos responder desde nuestra vocación cristiana y marista conjugando la personalización de la fe y la inserción en la comunidad eclesial. Porque, como cristianos, debemos ser parte de una Iglesia comunión en salida.
¿Quién quiere Dios que seamos en este mundo emergente? ¿Qué quiere Dios que hagamos en este mundo emergente? A estas dos cuestiones se dedicó el resto de la tarde. Ambas preguntas fueron iluminadas desde la propia conversación de tú a tú entre Luis Carlos Gutiérrez y Ana Sarrate. Un hermano y una laica marista que compartieron desde lo que son su experiencia vocacional. Muchas de las intuiciones que habían salido por la mañana se hicieron vida en este compartir fraterno. El vicario, además, nos presentó algunas de las principales líneas de trabajo en torno a la comunión entre hermanos y laicos del Consejo General. Unas propuestas que nos invitan (e incitan) a caminar juntos como familia global. En definitiva, unas claves que hablan de misión, vida marista significativa y redes.
Por su parte, el domingo lo dedicamos a pensar desde la Iglesia y desde nuestra realidad provincial poniendo un nuevo nombre a este camino iniciado: la sinodalidad. Como nos ha recordado el papa Francisco, “el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”. Estamos en un tiempo de oportunidad, tal y como apuntó el Sínodo de los obispos. La sinodalidad ha sido siempre una dimensión de la Iglesia. Desde el bautismo común, todos somos corresponsables de la evangelización, de cuidarnos mutuamente y de convertirnos en signos ante el mundo de la Buena Noticia. Todo ello implica una conversión eclesial tanto desde los sujetos, las estructuras y los procesos. Por esa razón, concluimos este encuentro de formación preguntándonos qué pasos deberíamos dar para continuar este caminar juntos con “confianza, franqueza y valor”.