Dentro del Plan de Formación para los hermanos menores de cincuenta años de la Provincia, ocho de nosotros compartimos la formación del segundo trimestre con la comunidad escolapia de Salamanca el pasado día 10 de febrero. La acogida excepcional que nos brindaron dio paso, durante la mayor parte del encuentro, a un diálogo entre Comunidad y Misión, los retos como congregación y la vida de los laicos y su acompañamiento. Nos acompañaron el P. Manel Camp Sch.P y Santiago Casanova, laico escolapio, quienes dibujaron para nosotros el interesante mapa de la Provincia Escolapia Betania.
El núcleo de la presencia escolapia en Salamanca la conforman cinco consagrados y una familia (Santi, Esther y los tres hijos del matrimonio). Como se autodenominan, son una comunidad conjunta, aunque estos últimos meses no viven juntos debido a las obras en el piso de la Comunidad. En su argot, desarrollan el ministerio escolapio en Salamanca: no sólo su presencia comunitaria sino la misión carismática allí. La Comunidad ‘de 10’ es una experiencia de encuentro, de fraternidad, y de aprendizaje que ha llevado hasta ahora ventajas e inconvenientes y que siguen valorando (aunque sin estandarizarla como posible modelo general).
Después de la comida en comunidad, dimos un paseo y nos pudimos sentar a tomar un café en la Plaza Mayor porque el sol se dejaba ver a pesar del frío. Después, salimos del centro y nos dirigimos a la Casa Escuela Santiago 1, un centro para menores excluidos o en riesgo de exclusión. Unos eran residentes allí por situaciones familiares y otros lo eran por distintas adicciones o terapias, usuarios de la extensa red de hogares que hacen posible este sueño de acogida. El encuentro en este sitio para jóvenes en exclusión fue altamente significativo para nosotros.
El regreso, ya en el Colegio, sirvió para seguir profundizando en los retos para el futuro en una Iglesia comunión: ¿Cómo ponernos en más cosas de acuerdo consagrados y laicos en esta Iglesia llamada a la misma Misión? ¿Qué ayuda real y efectiva ofrecernos para hacer que la Misión compartida no nos coma a costa de la Vida compartida a la cual hemos dicho dedicarnos consagrados y laicos como signo de fraternidad?
Desde aquí nuestro agradecimiento a Irene García, directora del Centro Universitario Marista quien nos dio todas las facilidades para alojarnos en Salamanca. Así como a la familia escolapia y a Manel Camp, quien nos abrió las puertas del Colegio y la Comunidad escolapia desde el primer momento.