Comenzamos una nueva serie en el blog. Desde hace unos años, el encarte de la Provincia Ibérica en Maristas Siglo XXI mantiene un sección bajo el título «Maristas de Champagnat». Iremos rescatando estas breves entrevistas a hermanos y laicos de nuestra Provincia por su interés.
Y lo hacemos con el H. José Félix Martín (n. 53, diciembre de 2015), quien conoció a los Maristas por medio de un familiar y, desde entonces, su vida ha estado consagrada a Dios y a los jóvenes como hermano. En la actualidad, se encuentra en la comunidad de Guadalajara.
¿Cómo empezaste en maristas?
Entré en el juniorado menor de Villalba con 12 años, en 1976, por un familiar que estaba también allí.
¿Qué te enganchó del estilo marista?
La cercanía de los hermanos que vivían con nosotros y el espíritu de familia que reinaba en la casa.
¿Cuál fue tu elección en tu compromiso marista? ¿Por qué?
Con 18 años tomé la decisión de ir al postulantado y al noviciado después. Me sentí con ánimo de comenzar una aventura, que dura hasta hoy. Seguir a Jesús al estilo de Marcelino es la manera de ser que me cautivó.
¿Qué es lo que mantiene ese compromiso vivo y vigente en ti hoy?
Cada día descubro nuevos matices, no tanto por mi reflexión personal, sino tratando de estar atento a lo que la sociedad, la Iglesia y los jóvenes demandan, entendido como signos de Dios. Las necesidades que descubrió Marcelino en la sociedad de su tiempo siguen resonando hoy en distintas circunstancias.
¿Qué opinas sobre el trabajo conjunto entre hermanos y laicos maristas?
Me parece que llevamos un camino recorrido muy enriquecedor, pero estamos todavía lejos de agotar las posibilidades de ir de la mano. Personalmente, compartir con laicos maristas ha sido una forma de afianzar mi vocación como hermano y valorar la actualidad del carisma.
Siento que tenemos una oportunidad histórica de dar un nuevo impulso, hermanos y lacios, a la misión común. El marco institucional tendrá que ir definiéndose, pero desde cada realidad local nos toca asumir protagonismos y ser valientes y audaces. Es tiempo de dar pasos firmes y proponer concreta- mente esa Iglesia de rostro mariano que nos identifica.