Un nuevo año más comienza la actividad de los Grupos Maristas de Encuentro de nuestra provincia. Este curso, y al hilo de la celebración del Año La Valla en el Instituto, hemos querido articular la propuesta bajo el título Vida en Dios buscando trabajar en los grupos cómo podemos vivir lo cotidiano desde lo más esencial de nuestro ser cristiano, cómo hacemos oración o cómo construir relaciones sanas. Siendo conscientes que el corazón nuestra experiencia es el Dios de Jesús, como nos recuerda nuestra historia marista desde el carisma de Champagnat.
Y es que no podemos olvidar que este año el icono de La Valla quiere poner el acento de una mesa que reunió a los primeros hermanos y en torno a la que se reúnen hoy hermanos y laicos. Este icono expresa una vida fraterna y comunión que tiene como fuente una espiritualidad profunda y sencilla.
Os ofrecemos algunos testimonios de personas que participan de los Grupos Maristas de Encuentro, que este año
Álex Balcells (Espiral, Fuenlabrada):
“El GME te permite un espacio para pararte y caer en la cuenta desde dónde o desde quién estamos en Espiral con nuestra gente. Además, es un celebrar en comunidad una misma sensibilidad por los excluidos y es un compartir desde lo que somos cada uno de nosotros de manera enriquecedora”.
David Castro (San José del Parque, Madrid):
“Participar en el GME del colegio significa salir al encuentro del otro, ir más allá de tener una mera relación laboral entre compañeros y convertirla en un espacio en el que compartir Vida y Fe. Al mismo tiempo, creo que es una invitación personal a profundizar en nuestra vocación laical y compromiso cristiano desde el carisma Marista”.
Guillermo Díaz-Cardiel (Santa María del Prado, Talavera de la Reina):
“Supone una experiencia sencilla de diálogo y encuentro sabiendo que lo que nos une es san Marcelino y la tarea de educarnos. Participan padres, profesores y hermanos por lo que la riqueza de puntos de vista es muy grande y es algo que agradezco. Además, vividos desde la libertad y la fe, me ayudan a ver el rostro de Marcelino en cada una de las personas que participan. Un rostro alegre, trabajador, siempre presente y preocupado por la dignidad de niños y jóvenes. ”.
Algunas experiencias de los GME de El Pilar de Zaragoza:
“Una riqueza porque veo gente que en el día a día no me resulta tan parecida a mí y en los grupos de encuentro les descubro más similares y con inquietudes comunes. Además es una forma de desconectar con el ajetreo cotidiano”.
“Vivencia. Oración. Compartir. Profundizar en el carisma marista. Acercarnos a Champagnat. Aprender de otros. Mirar dentro”.
“A mí me sirve, sobro todo, para actualizar mi ser educadora. Para replantearme cosas, para saber que unas cuantas personas caminamos juntas y en la misma dirección. Es un momento personal y comunitario. De esfuerzo – por el horario-, pero de recompensa. Estamos trabajando cosas que habitualmente no me planteo, pero cuando lo hago, lo considero importante. Sólo puedo dar gracias por esta oportunidad”.